El golpe del mar con cada ola hace que el percebe se agarre fuertemente a las rocas y que esté permanentemente oxigenado y en movimiento. Por ello su sabor es inigualable al procedente de Marruecos o de otras aguas más tranquilas. El riesgo que tiene su captura hace que sea un bien escaso y que su precio en la temporada navideña sea el más alto de todo tipo de marisco.